Entonces, si llegó a la
conclusión de que son esos los que le están ocasionando el dolor, entonces, a
trabajar para desintegrarlos y el dolor desaparece, queda eliminado. ¿Por qué?
Porque se ha sacrificado y eso trae un aumento de Conciencia, porque aquellas
energías que estaban involucradas en el dolor, quedan liberadas; trae no
solamente la paz del corazón tranquilo, sino que además trae un aumento de
Conciencia, un acrecentamiento de la Conciencia; eso se llama “SACRIFICAR EL DOLOR”.
Pero la gente es capaz de
todo, menos de sacrificar sus dolores, QUIERE MUCHO SUS DOLORES; y resulta que
los máximos dolores son los que brindan a uno las mejores oportunidades para el
despertar, para el despertar de la Conciencia... Pero hay que aprender a
sacrificar el dolor.
Y hay muchas clases de
dolores: Por ejemplo, un insultador, ¿no? ¿Qué provoca un insultador? Pues el
deseo de venganza inmediata, muy inmediatamente. ¿Por qué? Por las palabras
dichas.
Pero si uno NO SE IDENTIFICA con los Yoes de la
venganza, es claro que no contestaríamos al insulto con el insulto; Pero si uno
se identifica con los Yoes de la venganza, éstos lo relacionan a uno a su vez
con otros Yoes más perversos, y termina uno en manos de Yoes terriblemente
perversos haciendo disparate y medio.
Porque así como existe
fuera de nosotros una ciudad (por ejemplo, la ciudad de México, o cualquier
ciudad del mundo donde uno viva), así también, dentro de uno mismo hay una CIUDAD PSICOLÓGICA; eso es claro.
Así como en la ciudad ésta
de la vida urbana, común y corriente, hay gentes de toda clase: Colonias de
gentes buenas, colonias de gentes malas, así también sucede con la Ciudad
Interior, con la Ciudad Psicológica; en esa Ciudad Psicológica viven muchas
gentes, muchas gentes (nuestros propios Yoes son esas gentes que viven allí) y
hay colonias de gentes decididamente perversas; y hay colonias de gentes medias
y hay colonias de gentes más o menos selectas (nuestra propia Ciudad
Psicológica es eso).
Si uno se identifica, por
ejemplo, con un Yo de venganza, éste a su vez lo relaciona a uno con otros Yoes
de barrios muy bajos, donde viven asesinos, ladrones, etc., y al relacionarse
con esos, ellos a su vez llegan y lo controlan a uno, le controlan el cerebro y
resultan haciendo barbaridad y media, y va uno a parar, por último, a la
cárcel...
Pero, ¿cómo evitar,
entonces, caer uno en semejantes absurdos? Pues, NO IDENTIFICÁNDOSE CON EL INSULTADOR, no identificándose...
Hay Yoes dentro de uno
mismo que le dictan lo que debe hacer y le dicen: “¡Contesta,
véngate, sácate el clavo, desquítate!”... Si uno se identifica con
ellos, termina haciéndolo: Contestando, pues, al insultador; termina uno
vengándose, desquitándose, etc. Pero si uno no se identifica con el Yo que le
está dictando que haga semejante tontería, pues, entonces no hace eso.
En todo caso, el Insultador
deja, dijéramos, en el fondo del insultado, o del ofendido, deja el dolor. Lo
interesante sería que el ofendido pudiera sacrificar ese dolor; y puede SACRIFICARLO A TRAVÉS DE LA MEDITACIÓN.
COMPRENDER que el insultador
es una máquina que está controlada por determinado Yo insultante, y que lo ha
insultado un Yo. Comprender también que uno es una máquina y que dentro tiene
Yoes de insulto. Entonces, si uno compara y dice: “Aquél me
insulta, pero yo dentro de mí también tengo muchos Yoes del insulto; pues no
tengo yo por qué condenar aquél, puesto que yo cargo lo mismo que aquél; Y si
yo cargo dentro de mí también Yoes del insulto, pues no tengo por qué condenarlo... Además, ¿qué
es lo que se ha herido en mí? Posiblemente el amor propio, posiblemente el orgullo.
Pero antes tengo que descubrir si fue el amor propio, o si fue el orgullo, o
qué”...
Cuando uno ha descubierto
quién fue el que se hirió, pues si fue el orgullo, pues a DESINTEGRAR el orgullo; si fue el amor propio, pues a desintegrar
el amor propio. Esto da como resultado, que al desintegra eso, queda libre del
dolor, ha sacrificado el dolor y en su reemplazo HA NACIDO UNA VIRTUD: La de la Serenidad (ha despertado aún más)...
Hay
que tener en cuenta entonces esto y aprender a sacrificar el dolor. La gente es
capaz de sacrificarlo todo, menos el dolor: Quieren mucho sus propios
sufrimientos, los idolatran; he ahí el error.
Aprender a sacrificar uno
sus mismos dolores, es lo interesante para PODER
DESPERTAR CONCIENCIA. Claro, no es cosa fácil, el trabajo es duro; ir
contra uno mismo es algo muy duro, no es muy dulce. Pero sí vale la pena irse
uno contra sí mismo, por el resultado que se va a obtener: El despertar... De
manera que, ¿van entendiendo ustedes?...
SAMAEL AUN WEOR
“El Quinto Evangelio”